Cherreads

Chapter 3 - Chapter 3: A Vow Etched in the Heart

La luz de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas de seda, tiñendo la habitación de Lyra de tonos dorados. Un nuevo día había amanecido, pero la atmósfera entre las hermanas era diferente, más densa, cargada con el peso de la noche anterior y promesas tácitas. Lyra, acurrucada contra Eris, abrió sus blancos ojos de lobo. Ya no había desafío en ellos, solo una devoción naciente.

"Eris..." La voz de Lyra era apenas un susurro, tierna y excepcionalmente vulnerable. Se inclinó y, con renovada determinación, murmuró contra los hombros de Eris: "Te amo".

Un destello de sorpresa cruzó el rostro de Eris, seguido rápidamente por una lenta sonrisa de satisfacción. La Maga del Círculo 12, la fuerza imparable que había desafiado imperios y ofendido a deidades cósmicas, sintió una punzada inesperada en su endurecido corazón. Siempre había sido la dominadora, la poseedora, pero esta simple declaración de Lyra fue una victoria diferente, más íntima.

Eris se movió, girándose para encarar a su hermana. Sus dedos se alzaron para acariciar la mejilla de Lyra, y sus labios se encontraron en un beso suave y tierno, muy diferente del voraz deseo de la noche anterior. Esta vez, fue una danza de dos, un intercambio de alientos y promesas tácitas. Eris devoró los labios de Lyra con una ternura inesperada, transmitiendo un amor que, aunque posesivo y oscuro, era innegablemente profundo. Lyra respondió con total entrega, enredando sus manos en el cabello de Eris, acercándola más.

En ese instante de quietud, las reflexiones de Eris eran un torbellino. Recordó su vida pasada, a la arrogante e insensata Lyra a la que había amado desde la distancia. Recordó el dolor que sintió cuando su ingenua hermana se casó con una duquesa que solo la utilizó, pisoteando su orgullo y dejándola destrozada. Aunque en su vida anterior Eris había vengado a esa duquesa de maneras que el universo jamás olvidaría, el daño a Lyra ya estaba hecho. No pudo ayudarla, no pudo protegerla entonces. Pero ahora... ahora era diferente.

La Maga del Círculo 12 miró a Lyra en sus brazos. Su Lyra. La orgullosa e insensata hermana ahora era solo suya, un lienzo en el que Eris plasmaría su retorcida devoción. La convertiría en la más dependiente, la más adorada. No solo para protegerla de un mundo cruel, sino para satisfacer el insaciable deseo de Eris de poseer, moldear, reclamar.

Eris la abrazó con fuerza, acercándola aún más a ella hasta que no hubo espacio entre sus cuerpos. Inhaló el suave aroma de Lyra, una fragancia que ahora era sinónimo de pertenencia.

"Yo también te amo, mi Lyra", susurró Eris, con la voz ronca, con una emoción que rara vez permitía aflorar. Sus palabras eran una mezcla de promesa y sentencia. No un amor convencional, sino uno forjado en la dominación, la posesión y un afecto tan profundo que rozaba la locura.

Con un movimiento calculado, Eris deslizó una mano bajo la fina tela del camisón de Lyra. Sus dedos, que antes poseían el poder de destruir estrellas, ahora trazaban una delicada línea sobre el suave pecho de su hermana. Con un leve destello de energía mágica, tan sutil que Lyra apenas lo sintió como un cosquilleo, Eris imprimió una marca invisible en su piel. No era una cicatriz, sino un sello, una firma etérea que solo ellas comprenderían, que resonaría con el vínculo forjado esa noche. La hizo suya, por completo, una marca de propiedad invisible pero inquebrantable.

Lyra se estremeció, no de miedo, sino de una nueva sensación que recorrió su cuerpo, una descarga eléctrica que la aferró a Eris. Sus ojos se abrieron y se encontraron con los de Eris, llenos de una adoración que complació inmensamente el malvado corazón de la Maga.

—Eres mía, Lyra —dijo Eris con una voz que era a la vez una promesa y una orden inmutable—. Y te enseñaré a adorarme como yo te adoro. Nadie volverá a hacerte daño. Nadie más te poseerá.

El placer de poseer a Lyra, de abrazarla tan cerca, hizo que Eris se acercara de nuevo, esta vez para besar la suave y palpitante piel sobre la marca. Este era su amor, su creación, su insensata hermanita, ahora su devota posesión. El control era absoluto, y para la Maga del Círculo 12, cuyo deseo de posesión siempre dictaba su camino, este fue el comienzo de su reinado más dulce y perverso.

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