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ENTRE DOS CORONAS

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Chapter 1 - Capítulo 1: El Juego del Heredero

La gran sala del castillo de Veldron estaba envuelta en un silencio tenso, roto solo por el murmullo apagado de los soldados alineados a lo largo de las paredes de piedra. El rey Varys III, su corona de hierro reposando pesada sobre su cabello plateado, observaba a sus dos hijos con ojos cansados pero resueltos. Aquella mañana marcaría el inicio de una prueba que definiría no solo el futuro del reino, sino el destino de la sangre que corría en sus venas.

—Mis hijos —dijo el rey con voz grave y pausada—, el trono que algún día ocupe uno de vosotros no es un regalo. Es un derecho que se gana con valor, sabiduría y justicia. Hoy comienza el juego que demostrará quién es digno de llevar la corona.

El príncipe mayor, Artheon, se mantuvo erguido, su pecho lleno de orgullo y desafío. A su lado, el príncipe menor, Lior, tenía la mirada fija en el suelo, una mezcla de nerviosismo y determinación brillando en sus ojos. Ambos sabían que de ese momento en adelante sus vidas nunca serían las mismas.

En un rincón, un joven llamado Kael observaba atento. No era príncipe, pero era alguien a quien el destino había elegido para ser testigo y partícipe de lo que estaba por venir. Sus manos descansaban sobre la empuñadura de una espada que aún le parecía pesada, pero sabía que pronto tendría que empuñarla con la misma certeza que los hermanos frente al rey.

A su lado, el general Maelor, un hombre de porte severo y mirada aguda, supervisaba con atención. Era quien había entrenado a ambos príncipes desde que podían sostener una espada, y también había guiado a Kael en sus primeros pasos como soldado.

—General —ordenó el rey—, preparad la arena. Que los entrenamientos comiencen.

Los soldados comenzaron a retirar los tapices y alfombras, dejando al descubierto el frío suelo de piedra que serviría como campo de pruebas. Los rayos del sol atravesaban las altas ventanas, iluminando la arena con un brillo casi sagrado.

Kael sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras se acercaba a Maelor, quien le entregó una espada de entrenamiento. La sostuvo con firmeza, aunque sabía que su momento aún no había llegado.

Artheon y Lior se prepararon para el combate, sus miradas cruzándose en un choque silencioso de voluntad.

Mientras se disponían a iniciar, una presencia intangible pareció deslizarse por los rincones oscuros del castillo, un susurro apenas audible que parecía venir de la misma piedra.

Artheon cerró los ojos un instante, y en su mente escuchó una voz oscura, suave, seductora:

"Tu hermano siempre será el favorito. Pero eso puede cambiar. Toma lo que te pertenece."

Sacudió la cabeza, intentando disipar el eco, pero la voz persistió, creciendo en insistencia y oscuridad.

El combate comenzó. Choques de acero resonaron en la sala. Artheon luchaba con fuerza y precisión, cada golpe impregnado de orgullo y rabia contenida. Lior, en cambio, se movía con rapidez y astucia, confiando en su inteligencia más que en la fuerza bruta, aunque su brazo izquierdo, más delgado y tembloroso, recordaba la fragilidad que ocultaba.

Desde la sombra, Kael observaba con ojos atentos, no solo la técnica de los príncipes, sino la tensión invisible que crecía entre ellos, como una tormenta a punto de estallar.

Tras horas de combate, el rey alzó la mano para detener la lucha.

—Hoy no hay vencedor —anunció con solemnidad—. Recordad que la guerra no es solo fuerza, sino también estrategia, paciencia y corazón.

Artheon se retiró con el ceño fruncido, el orgullo herido y la sombra del susurro aún resonando en su mente. Lior respiraba con dificultad, pero en sus ojos brillaba una luz renovada, una promesa silenciosa de resistencia.

Esa noche, mientras la corte celebraba en el gran salón, Kael se retiró a un patio interior, donde la brisa fresca le rozó la piel. Cerró los ojos y por un momento sintió una corriente extraña, un pulso latente en el aire, algo antiguo y poderoso que llamaba a los elegidos.

—Eso es el Eco —le había explicado Maelor días atrás—. Una fuerza que fluye en todo, más allá de la espada y la guerra. Puede guiar, pero también corromper. Hay quienes la llaman Armonía, quienes la llaman Ruptura. Tú decidirás qué camino seguir.

Kael apretó los puños, sintiendo la responsabilidad que eso implicaba.

El juego del heredero apenas comenzaba, y con él, un destino que pocos comprenderían.