El viaje hacia la Tierra fue una mezcla extraña de ansiedad y una determinación creciente. A bordo de la cápsula de ataque Saiyajin, me sumergí en los recuerdos de Raditz, intentando discernir su conocimiento del planeta y sus habitantes. Era limitado, por supuesto; los Saiyajin rara vez se preocupaban por los detalles de los planetas que conquistaban. Su objetivo era la destrucción y la venta.
Mi mente, sin embargo, estaba llena de un conocimiento muy diferente. Conocía a Goku, a Piccolo, a Gohan, a Krilin. Conocía sus fortalezas, sus debilidades y sus motivaciones. Y, lo más importante, conocía los eventos que estaban por venir: la llegada de los Saiyajin, la saga de Freezer, los Androides, Cell, Majin Buu... Una cascada de peligros que harían que mi encuentro inicial con Goku pareciera un simple calentamiento.
Necesitaba un plan. No podía simplemente aparecer, tomar a Gohan y declararlo un activo. Eso me pondría en el mismo camino que el Raditz original. Necesitaba una aproximación diferente.
La cápsula vibró, indicando que estábamos entrando en la atmósfera terrestre. La vista de la esfera azul y verde a través del cristal era impresionante. Recordaba innumerables escenas de anime con esta misma vista. La ironía de estar ahora dentro de esa cápsula, en el cuerpo del primer gran villano, no pasó desapercibida.
Mi Scouter emitió un pitido. "Unidades de poder detectadas", dijo la voz sintética. "Nivel de poder: bajo. Alrededor de 300 unidades."
Sonreí. La fuerza de Goku. A estas alturas, mi propio poder era considerablemente mayor, gracias a los genes Saiyajin y al entrenamiento que Raditz ya había soportado. Unos 1,500, tal vez más. Suficiente para superar a Goku y Piccolo en su estado actual, pero no lo suficiente para enfrentarme a las amenazas futuras.
La cápsula se estrelló con un impacto ensordecedor en un campo, levantando una nube de polvo y tierra. A diferencia de la entrada dramática del anime, donde Raditz emergía como una amenaza imponente, esta vez abrí la escotilla con cautela. Necesitaba mantener un perfil bajo, al menos al principio.
El aire de la Tierra era fresco, sorprendentemente limpio. Los sonidos de la naturaleza eran un contraste agradable con el zumbido constante de las naves Saiyajin y los gritos de planetas moribundos.
Ajusté mi Scouter, buscando las lecturas de Ki. Estaban dispersas. Algunos humanos débiles, y luego, dos puntos de energía significativos que se movían rápidamente hacia mi posición. Goku y Piccolo, sin duda. Estaban sintiendo mi enorme Ki, algo inusual para la Tierra.
En lugar de volar directamente hacia ellos para una confrontación, me moví entre los árboles, manteniéndome oculto. Observé cómo aterrizaban, sus rostros tensos, buscando la fuente de poder.
Goku, con su Gi naranja familiar, se veía exactamente como lo recordaba. A su lado, Piccolo, imponente y vigilante. Y luego... lo vi. Un pequeño destello de energía familiar en el Scouter. No muy lejos de Goku, una energía infantil y fluctuante. Gohan.
Este era el momento. Podría haber ido directamente a por Gohan, como el Raditz original. Pero tenía un plan mejor. Un plan que me permitiría ganar la confianza (o al menos la neutralidad) de Goku, y a la vez, asegurar mi supervivencia y el futuro.
"Los veo", susurré, ajustando mi armadura. "Pero no vendré a ustedes como una amenaza."
Me elevé lentamente por encima de los árboles, asegurándome de que mi postura no fuera agresiva. Mi cola se balanceaba suavemente detrás de mí. Cuando sus ojos se posaron en mí, vi la sorpresa y la cautela.
"¡Imposible!", exclamó Goku, dando un paso adelante. "¡Esa cola... esa armadura! ¿Quién eres?"
En lugar de mi discurso original sobre ser su hermano mayor y un Saiyajin, elegí mis palabras con cuidado.
"Mi nombre es Raditz. Soy del Planeta Vegeta." Mi voz era más calmada de lo que esperaba, menos arrogante que la del Raditz que conocían. "No he venido a conquistar. He venido en una misión de reconocimiento. Y, sorprendentemente, he encontrado a alguien con quien tengo un lazo de sangre."
Señalé a Goku con mi dedo. "Tú. Tu nivel de poder es... inusual para este planeta. Hay algo en ti que resuena con una energía que he detectado aquí. Una energía vital para la supervivencia de nuestro linaje."
Goku frunció el ceño. "No sé de qué hablas. ¿Qué quieres?"
"No he venido a pelear", respondí, manteniendo mi tono lo más neutro posible. "He venido a entender. Y a advertir. Nuestro planeta, Vegeta, ha sido destruido. Y los responsables de esa destrucción son una amenaza para todos los Saiyajin que quedan. Esos seres, liderados por un tirano llamado Freezer, vendrán a la Tierra si descubren que hay Saiyajin aquí. Y cuando lo hagan, no se detendrán hasta erradicarnos a todos."
Vi la incredulidad en los ojos de Goku y Piccolo. No podían creer lo que escuchaban. La historia de Freezer era algo que no esperarían de un Saiyajin recién llegado.
"Y tú, Kakarotto", continué, usando su nombre de nacimiento. "Tu hijo... tiene un potencial oculto que es clave para la defensa. Necesito tu ayuda para desatarlo y preparar este planeta para lo que se avecina."
Era una apuesta arriesgada. Contarles la verdad a medias, presentándome no como un enemigo sino como un mensajero. Un Saiyajin superviviente con una advertencia vital. ¿Funcionaría? ¿O me atacaría Goku de inmediato? El destino de Raditz, y el mío, dependía de esta primera impresión.