La ciudad de Nueva York estaba en estado de shock por la explosión de Oscorp, y el noticiero no dejaba de hablar de los daños y los rescates heroicos, a menudo mencionando al "misterioso Spider-Man". Pero Peter tenía una preocupación más inmediata y personal: Otto Octavius. Había intentado prevenir la tragedia, pero ahora tenía que lidiar con sus consecuencias.
No pasó mucho tiempo antes de que los reportes de un "monstruo con tentáculos de metal" comenzaran a llegar. Octavius, ahora completamente transformado en el Doctor Octopus, estaba desatando su ira y su intelecto retorcido sobre la ciudad, buscando vengarse de aquellos a quienes culpaba por el fracaso de su experimento, principalmente Norman Osborn y el personal de Oscorp.
Peter lo localizó en el centro, donde Doc Ock estaba destrozando un edificio que albergaba oficinas de Oscorp, lanzando autos y escombros con sus tentáculos con una fuerza aterradora. Las calles estaban llenas de pánico.
"¡Octavius! ¡Detente!" gritó Peter, aterrizando en un tejado cercano. No quería una confrontación física brutal, sino una batalla de ingenio.
Doc Ock se giró, sus gafas rotas y su rostro contraído por la furia. "¡Spider-Man! El pequeño intruso. ¡No te interpongas en mi camino! ¡Pagarán por esto!" Sus tentáculos se alzaron, listos para atacar.
Peter sabía que no podía simplemente esquivar y golpear. Tenía que deshabilitar los tentáculos. Había visto los planos del reactor de fusión de Octavius y recordaba los puntos débiles del diseño. Sus tentáculos, aunque poderosos, aún dependían de una fuente de energía y de los servomotores que los movían.
"¡Tus tentáculos son poderosos, Doc! Pero dependen de la presión hidráulica y de un sistema eléctrico centralizado, ¿no?" Peter disparó una serie de telarañas precisas, no a los tentáculos directamente, sino a las uniones donde los brazos se conectaban a la placa de su torso. Buscaba puntos de articulación y conexiones que pudiera obstruir.
Doc Ock se rió con desdén. "¡Mi diseño es perfecto! ¡Estás perdiendo el tiempo, muchacho!" Lanzó un tentáculo, que Peter esquivó por poco, su sentido arácnido dándole el margen de maniobra.
Peter no dejó de moverse, balanceándose alrededor de Octavius, disparando telarañas con una rapidez metódica. Algunas telarañas se pegaban a los puntos de unión de los tentáculos, obstaculizando su rango de movimiento. Otras eran más conductoras, buscando crear cortocircuitos o interferir con las señales neurológicas.
"Tu interfaz neuronal es avanzada, Doc, pero cualquier circuito puede sobrecargarse," dijo Peter, mientras lanzaba una telaraña gruesa que se pegó a uno de los ojos de la cámara de un tentáculo, cegando a Octavius parcialmente. "Y la retroalimentación puede ser una perra."
Doc Ock rugió de frustración. Sus tentáculos, antes fluidos, comenzaron a moverse de forma errática. Uno se enganchó en el otro, otro golpeó una pared sin sentido. Peter había logrado generar una sobrecarga de información y obstaculizar la mecánica.
Peter vio su oportunidad. Mientras Octavius estaba momentáneamente desorientado, se lanzó, no para golpearlo, sino para un movimiento quirúrgico. Aterrizó en la espalda de Doc Ock, y con una velocidad increíble, usó un pequeño dispositivo de EMP de bajo poder que había estado desarrollando (pensando en deshabilitar sistemas de seguridad), y lo presionó contra el panel de control que ahora estaba en la parte superior de la interfaz de los tentáculos.
Un chispazo. Un pitido. Los tentáculos de Doc Ock se congelaron, luego cayeron inertes al suelo. La cara de Octavius palideció, la furia reemplazada por confusión y, finalmente, desesperación.
"¿Qué... qué has hecho?" balbuceó, intentando mover sus brazos, pero los tentáculos no respondían.
"Desconecté la señal, Doc," dijo Peter, observando cómo los oficiales de policía y un equipo de contención especial de Oscorp se acercaban, alertados por las explosiones anteriores. "Tus tentáculos están desactivados. Es el fin."
Doc Ock fue rápidamente inmovilizado y llevado. No estaba muerto, ni siquiera gravemente herido, pero su reinado de terror había durado apenas unas horas. Peter se había enfrentado a uno de sus mayores enemigos, no con una lucha brutal, sino con una batalla de intelecto, desmantelando su amenaza desde adentro. La ciudad, una vez más, fue testigo del poder del nuevo Spider-Man, un héroe que luchaba con una mente tan afilada como sus reflejos.